No sé si es la costumbre
de este sentimiento roto,
o el haber sabido de antes
la conclusión de este episodio.
Ya imagine rozar el arete
que llevas en tu cuerpo.
No conozco tu nombre
y ya quiero gritarlo.
Desconozco tus penas,
pero quiero curarlas.
Y es que ya imagine
tu cuerpo tirado en mi cama.
Pero ya te vi partir
y no llore tu ausencia,
te vi besar otros labios
y no me dolió la inocencia.
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